El pan ha cambiado, ya no es igual al que consumían nuestros abuelos e, históricamente, esto se debe a la introducción del trigo enano.
La aparición de esta variedad se la debemos a Norman Borlaug. En sus estudios, Bourlag fue seleccionando y mezclando especies de trigo con el objetivo luchar contra la roya del tallo, enfermedad que acosaba las cosechas y, así, garantizar la producción en una época de crecimiento de la población. El resultado fue una variante que se diferenciaba por su tallo corto, pero que también era nutricionalmente distinta de los trigos antiguos.
La nueva producción del pan elimina del proceso tres fases respecto a la tradicional: el remojo, la fermentación y la germinación, eliminando así los germinados y el salvado del producto. Además, para la producción se utilizan levaduras con un alto contenido en gluten, que se relaciona con enfermedades autoinmunes como la enfermedad celíaca, entre otras. El resultado es un pan más compacto, con un endurecimiento más rápido.
¿Cómo elegir un buen pan?
Desde hace muchos años, apostamos por un Slow bread, preparado con el método tradicional, con productos de cercanía, dónde la levadura natural usada en la masa fermentada hace subir la masa durante unas 20h. Entre las semillas que recomendamos están la espelta o el kamut, pero también podemos optar por panes de centeno 100%, con un menor contenido en gluten, y, sobre todo, harinas 100 % integrales.
Para garantizar el mejor pan en nuestras cocinas, ofrecemos los mejores accesorios: nuestro molinillo de cereales de piedra cerámica nos suministra harina nutritiva en el momento justo de uso, y nuestra panera cerámica permite la mejor conservación del pan con las condiciones idóneas de humedad.